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Final sin fin (Eugenio Montejo)

…Y yo me iré J.R.J. La que se irá al final será la vida, la misma vida que ha llevado nuestros pasos sin tregua a la velocidad de su deseo. Se llevará también todas sus horas y los relojes que sonaban y el sonido y lo que en ellos siempre estuvo oculto sin ser tiempo ni trastiempo… Cuando haya de partir –se irá la vida, ella y su música veloz entre mis venas que me recorre con remotos cánticos, ella y su melodiosa geometría que inventa el ajedrez de estas palabras. De todo cuanto miro en este instante será la vida la que parta para siempre o para nunca, es decir, la que parta sin partir, la que se quede y con ella mi cuerpo noche y día, siguiéndolas en sus luces y sus sombras… Si, tal vez nadie se aleje de este mundo, aunque se extinga cada quien en su momento. —Nos iremos sin irnos, ninguno va a quedarse ni va a irse, tal como siempre hemos vivido a orillas de este sueño indescifrable, donde uno está y no está y nadie sabe nada. Eugenio Montejo
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Mujeres condenadas (Charles Baudelaire)

Como bestias inmóviles tumbadas en la arena, Vuelven sus ojos hacia el oceánico horizonte, Y sus pies que se buscan y sus manos unidas, Tienen dulces caídas y temblores amargos. Las unas, corazones que aman las confidencias, En el fondo del bosque donde el arroyo canta, Deletrean el amor de su pubertad tímida, Y marcan en el tronco a los árboles tiernos; Las otras, como hermanas, andan graves y lentas, A través de las peñas llenas de apariciones, Donde San Antonio vio surgir como la lava Aquellas tentaciones con los senos desnudos; Y las hay, que a la luz de líquidas resinas, En el hueco ya mudo de los antros paganos, Te llaman en auxilio de su aulladora fiebre. ¡Oh Baco, que adormeces todas las inquietudes! Y otras, cuyas gargantas lucen escapularios, Que, un látigo ocultando bajo sus largas ropas, Mezclan en las sombrías y solitarias noches, La espuma del placer con el llanto del suplicio. Oh vírgenes, oh monstruos, oh demonios, oh mártires, De toda realidad desdeñosos espíritus,

Al lector (Charles Baudelaire)

Afanan nuestras almas, nuestros cuerpos socavan la mezquindad, la culpa, la estulticia, el error, y, como los mendigos alimentan sus piojos, nuestros remordimientos, complacientes nutrimos. Tercos en los pecados, laxos en los propósitos, con creces nos hacemos pagar lo confesado y tornamos alegres al lodoso camino creyendo, en viles lágrimas, enjugar nuestras faltas. En la almohada del mal, es Satán Trimegisto quien con paciencia acuna nuestro arrobado espíritu y el precioso metal de nuestra voluntad, íntegro se evapora por obra de ese alquímico. ¡El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven! A los objetos sórdidos les hallamos encanto e, impávidos, rodeados de tinieblas hediondas, bajamos hacia el Orco un diario escalón. Igual al disoluto que besa y mordisquea el lacerado seno de una vieja ramera, si una ocasión se ofrece de placer clandestino la exprimimos a fondo como seca naranja. Denso y hormigueante, como a un millón de helmintos, un pueblo de demonios danza en nuestras c

El alba (Vladimír Holan)

Sí, es el alba... Ropa sucia sobre el cuerpo lavado de una hermosa... Tocar, ah, sólo tocar, ¡mas de la nada ni tan siquiera el sueño! También tú, allá abajo, te esfuerzas en vano de alto en alto, pues quien se ha sumido en la poesía ya nunca se saldrá. Vladimír Holan

El Hombre Ilustrado (Ray Bradbury)

En una tarde calurosa de principios de setiembre me encontré por primera vez con el hombre ilustrado. Yo caminaba por una carretera asfaltada, recorriendo la última etapa de una excursión de quince días por el Estado de Wisconsin. Al atardecer me detuve, comí un poco de carne de cerdo, unas habas y un bizcocho. Me preparaba a descansar y leer cuando el hombre ilustrado apareció sobre la colina. Su figura se recortó brevemente contra el cielo.  Yo no sabía entonces que era ilustrado; sólo vi que era alto, que alguna vez había sido esbelto, y que ahora, por alguna razón, comenzaba a engordar. Recuerdo que tenía los brazos largos y las manos anchas, y un rostro infantil en lo alto de un cuerpo macizo. Me hablo antes de verme, como si hubiese adivinado mi presencia.  -Señor, ¿sabe usted dónde podría encontrar trabajo?  -Temo que no -le respondí.  -Cuarenta años y nunca he tenido un trabajo duradero  -me dijo.  Aunque hacía mucho calor, el hombre ilustrado llevaba una camisa

Elevación (Charles Baudelaire)

Por encima de estanques, por encima de valles, De montañas y bosques, de mares y de nubes, Más allá de los soles, más allá de los éteres, Más allá del confín de estrelladas esferas, Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad Y como un nadador que se extasía en las olas, Alegremente surcas la inmensidad profunda Con voluptuosidad indecible y viril. Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas, Sube a purificarte al aire superior Y apura, como un noble y divino licor, La luz clara que inunda los límpidos espacios. Detrás de los hastíos y los hondos pesares Que abruman con su peso la neblinosa vida, ¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos! Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras, Levantan hacia el cielo matutino su vuelo -¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo, La lengua de las flores y de las cosas mudas! Au-dessus des étangs, au-dessus des vallées, Des montagnes, des b

Antes del odio (MIGUEL HERNÁNDEZ)

Beso soy, sombra con sombra. Beso, dolor con dolor, por haberme enamorado, corazón sin corazón, de las cosas, del aliento sin sombra de la creación. Sed con agua en la distancia, pero sed alrededor. Corazón en una copa donde me lo bebo yo y no se lo bebe nadie, nadie sabe su sabor. Odio, vida: ¡cuánto odio sólo por amor! No es posible acariciarte con las manos que me dio el fuego de más deseo, el ansia de más ardor. Varias alas, varios vuelos abaten en ellas hoy hierros que cercan las venas y las muerden con rencor. Por amor, vida, abatido, pájaro sin remisión. Sólo por amor odiado, sólo por amor. Amor, tu bóveda arriba y no abajo siempre, amor, sin otra luz que estas ansias, sin otra iluminación. Mírame aquí encadenado, escupido, sin calor, a los pies de la tiniebla más súbita, más feroz, comiendo pan y cuchillo como buen trabajador y a veces cuchillo sólo, sólo por amor. Todo lo que significa golondrinas, ascensión, claridad, anchura, aire, decidido espacio, sol, hori